sábado, 7 de febrero de 2009

Helado

Enfundada en una capa de crema solar, caminabas con tu padre junto al mar. Tenías cuatro años, y tu helado de vainilla bastaba para llenarte de felicidad. Cerca había un grupo de niños que jugaban con una pelota. Con la Eurocopa, habían brotado partidillos por toda la playa. Pero la desgracia acechaba el momento. Una patada demasiado impetuosa envió la pelota directa a tu brazo.
El helado del que tanto disfrutabas fue a parar a la arena y empezó a derretirse con el sol. Las olas irrumpieron en el cucurucho, arrastrando tu felicidad cual barco sin vela. No pudiste evitar romper a llorar.
Tu padre no pudo evitar comprarte otro helado, del que volviste a disfutar.

3 comentarios:

  1. No importa lo antiguo que sea. Es fantástico, me gustó mucho. Y pensar que la felicidad de los niños se funda en cosas tan pequeñas en ocasiones; le otorgan un valor increíble. PErsonalmente me ha hecho reflexionar acerca de nuestra sociedad tan preocupada de lo macro, tener y tener más, y jamás se conforman. Sin embargo, un niño, con algo tan poco significante como lo es un helado, o cualquier otra cosa, se conforma.

    Cuidate y muchos saludos! Cordialmente se despide, el hombre con mayores desapariciones en el mundo; Daeron.

    ResponderEliminar
  2. O.O que bonito opino igual que Daeron. Hace pensar. no importa lo antiguo que sea, esta genial, y hace pensar bastante.. y con esa musiquita de fondoo.. *.*

    ResponderEliminar
  3. Hola, lo califico como excelente, es corto pero profundo, que nos hace pensar y reflexionar. Como dijo el chico, pensar en las pequeñas cosas que nos hacien felices de niños.

    Saludos.

    ResponderEliminar